lunes, 25 de abril de 2011

Crónica de una Iron-Mom






Como una buena representante de la "ya casi" tercera edad y del famoso y tan mencionado ¡y tan temido! "nido vacío" (que de vacío no tiene nada, otro día les cuento porque), y con la emoción aderezada de lágrimas felices,  les comparto la última de mis hazañas en éste deseo de vivir  con una puntualidad reverente, la premisa: ¿cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez?. Por alguna razón tal vez descabellada, (diría la gente "normal"), he decidido en la segunda etapa de mi vida, hacer de mi cotidianidad ordinaria, una aventura extraordinaria. En los primeros años de mi etapa de joven adulta, primero fui novia, tantito después  esposa, lueguito me convertí en mamá; unos cuantos años más adelante decidí cerrar círculos inconclusos de mi juventud arrebatada y me puse a estudiar una carrera profesional como psicóloga, hacer una maestría en terapia familiar, ¿por qué no?; otro tiempo después me convertí en hacedora de programas de radio dirigido a mujeres, locutora, motivadora, luchadora por el bienestar de las mujeres, etc.etc.etc. A los muchos años me transformé  en abuela y ahora voy rematando como compañera asidua y muchas veces contemplativa de mi amado cónyuge; además, ¡por supuesto! de recurrente amiga de mis cómplices chanklets, (equipo de mujeres triatletas con las que entreno) y otras más con las que hago magia y juntas vamos encontrando tesoros. Y todo esto, sin haber dejado atrás mis sueños ya realizados y muchos otros por conquistar. Cada año nuevo en mi vida (que para mi es el día de mi cumpleaños), Dios me renueva la licencia para seguir circulando por este maravilloso y sorprendente planeta, yo estoy convencida que si lo hace, es porque me quiere sana, esbelta, feliz, poderosa, pero sobre todo ¡moviéndome!.
¡Y vaya que lo he cumplido! el pasado sábado 2 de abril lo guardaré en mi memoria por el resto de mi vida,  logré terminar un Ironman en San Diego Ca. (Rohto Ironman 70.3 en Oceanside).
Llegar a la meta y no ser descalificada ese mágico sábado, fue un esfuerzo ¡ENORME!, créanme que en las últimas 3 millas me comuniqué como por veinteava vez con el Comando Mayor, (Dios)  y le dije así: si es tu Voluntad que no me descalifiquen (en las competencias de Ironman te dan un tiempo límite para terminar) y quieres que llegue a la meta, ¡llévame! porque yo no puedo dar una paso más!, milagrosamente comencé de nuevo a trotar y como era de esperarse me mandó inmediatamente al primer ayudante, Rodolfo, mi yerno, que como una rayo de luz se apareció en mi camino, él me avisó que tenía tiempo, me faltaba milla y media, (mi garmin (reloj) no lo pude usar, algo le hizo gonzález (mi marido) en la noche anterior, que se deschabeto, primera fuente de mortificación), después que llega la coach, ¡con todo y cónsul y en chanclas!, ahora que lo pienso, me pregunto: ¿no se cansaría el hombre?, y entre los tres me llevaron a la bendita meta (me dice Matela, que yo ya iba disvariando, no recuerdo mucho de esa parte) donde me esperaban mis adoradas chanklitas y dos de mis hombres más amados, (tengo 5);¡¡¡ luego la música!!, (que por cierto ya la iban a quitar, y mi hijo les pidió que por favor aguantaron un poquito que su mamá ya casi llegaba); oír mi nombre, mi edad (¿por qué es tan importante decirla?); luego los abrazos, las lagrimas, ¡caray! esas emociones tan fuertes son necesarias vivirlas, recordar que estamos vivas;   la emoción fue ¡mucha!; el esfuerzo ¡harto!; las ganas de terminar ¡gigantas!; los rezos ¡abundantes! (¡ah¡ como recé).
¡Cuántas emociones vividas en solo día!, primero el agua, las olas, las patadas, los trancazos, el miedo de ver como me iba alejando del muelle, la soledad en medio de cientos de gorros de todos colores, ¿qué no habíamos salido solo azules?. . .Y por fin el muelle de nuevo,(había pasado una hora y 8 minutos) y la cara de mi hijo, sus gritos diciéndome: "mamá, ya terminaste lo más difícil". . . sí me dije, ya pasé lo más difícil, así que el pánico mejor lo dejo en el agua, ahora venía la segunda transición. . .
La bicicleta y la soledad de nuevo; los letreros de motivación estratégicamente puestos y luego ¡la dichosa y temida y practicada montaña de todos los grados de empinación y distancia!, deseos intensos de llorar, ¡no puede ser!, ¡no puede ser!, ¡no voy a poder!, ¡qué es eso!, ¡será imposible subirla!, ¿que no había pasado por lo más difícil?; Dios mío por favor, no me abandones, (recé toda la subida, no paré de rezar) y cuando comencé a escalarla ya no volví a levantar la mirada, (esa montaña no iba a poder más que yo, muchas más en la vida (y más grandes) había podido superar y si la confrontaba tan solo con los ojos, tenía grandes posibilidades de dominarme) entonces clave mi mirada en el asfalto y me concentré en pedalear, y en rezar!, cuando llegué a la cima, podrán imaginar la emoción!!!, ¡lo logré!, además con las poquitas personas que ya venía, todas se habían bajado de las bicicletas, incluso una me dijo: "¿por qué no te bajas?", no, le dije, ¡claro que yo no pienso bajarme! y así fue, ¡nunca me baje!, ¿A qué horas  los cables negativos (no voy a poder, qué horror, qué estoy haciendo aquí, te vas a caer) se desvían al lado positivo de las vías de tu cerebro (sí puedes, estás fuerte, has entrenado, tus piernas son poderosas) y logras llegar a tu destino?... 
Más adelante, en la milla 50, me topé con Tamara de Solana, una joven con lupus, venía con un dolor fuerte en la rodilla, me contó que desde los 10 años la diagnosticaron y que su enfermedad no la había privado de vivir una vida normal, está casada, tiene una hija y si lograba llegar a la meta, sería la primera paciente de lupus que lograba terminar un Ironman, no sé si esto sea cierto, pero en el momento me dio una gran regalo de esfuerzo y ganas de vivir. Y por cierto, sí llego, tuve la oportunidad de esperarla en la meta y abrazarla con toda la emoción que ella misma me brindaba.
Después un tanto desorientada llegué a la tercera y última transición y entonces comencé a trotar....y ahí sí, me enfrente de lleno y de frente y de lado, con las horas más difíciles que, además, no estaban contempladas en mi plan. Ahora vendrían los obstáculos que un ser humano "normal" diría: ¡qué locura!. . .
Pues si, la verdad siempre estuve segura que la corrida sería la más sencilla de lograr, hace muchos años que corro, puede decirse que soy maratonista (4 en total) y montones de medios y otras carreras más, así que en los meses de entreno por supuesto que le puse atención, pero tal vez, no tanta, ¡gravísimo error! ¡gravísimo!. Cuando llegas a la última transición de un  Ironman y que es la corrida, tu cuerpo ya va cargando (por lo menos el mío), con una hora y 8 minutos de nado más 5 horas de bicicleta,  o sea, no calculé que mis piernas me gritarían: ¡qué te pasa!, ¿pero es que haz perdido el juicio?, ¿ahora tenemos que correr?, pues sí, les dije, juntas haremos un gran esfuerzo, invitaremos al corazón a que se una, le diremos que no haga mucho esfuerzo pues lo necesitamos en paz, sosiego, la distancia es larga, 21 kms, le solicitaremos también a la mente que no se le ocurra meternos ninguna zancadilla emocional, como "ya no puedo", "esto es una locura" "¿cuánto falta?", sino ¡todo! lo contrario. La mente en esta clse de competencias es vital, así como te puede llevar a la meta sana y poderosa, puede hacer de ti un trapo tan deshilachado que a  primera vista, juras que nunca jamás volverás a ser la misma;  ¡ah! y está también el estómago, ¡órgano importantísimo! que para estas horas ya se había hartado de tanto gu (suplemento energético) y también le dio por ponerse  flamenco, cerró el pico, y no se le dio la gana de comer ni solo bocado mas, bueno, ni siquiera ¡un trago de agua!, y para que esta parte  ya se convirtiera en una pesadilla, el susodicho intestino ya quería deshacerse de ¡todo lo comido!, no, no, no, esto sí que fue un suplicio; y ya para rematar con broche de oro, (¿todavía se podía más?) la ruta consistía en dar dos vueltas al mismo lugar; así que para la segunda, era ya tanto el cansancio, la desesperación y el malestar estomacal, que el punto de retorno, por Dios que lo vi como si estuviera a años luz de distancia. Entonces como ya te habrás dado cuenta,  nunca pude convencer ni a las piernas, ni a la mente, mucho menos al estómago, el único que sí se apiado de mi fue mi amado corazón, (María siempre dice ¡sí!) y por supuesto Dios y el Espíritu Santo que le entraron al quite en la segunda vuelta, cuando por arte de magia me aparecieron un baño portátil del tamaño,casi, ¡del de mi casa!, (nunca los había visto) e ¡impecablemente limpio!, ¡uf! qué manera de agradecer a Dios este inmenso regalo. Y un rato después es cuando llega mi yerno y Matela (mi coach)  y alcanzo ver (ya casi sin aire) ¡la bendita meta!. Habían pasado 8:43 minutos, me esperaban jubilosas las mujeres de mi tribu y por supuesto mis hombres, mi marido y mi hijo mayor, ese, con el que aprendí a ser madre y amar con toda el alma, y que hoy después de 32 años puedo seguir haciéndolo, ¡oh Dios, cuántas bendiciones!. Te invito de todo corazón y con todo el entusiasmo del mundo a que no pares de moverte, ¡muévete!, es todo lo que nos toca hacer, lo demás, Dios te lo irá dando sobre la marcha, ¡muévete!, sigue moviéndote. 
¡Un abrazo hasta el cielo!
Lizbeth
11.11








                    


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